La corta noche de las muñecas de cristal – Aldo Lado, 1971
Visto en: ALUCINE CINÉFAGO
La corta noche de las muñecas de cristal (V.O. „La corta notte delle bambole di vetro“ / „Short night of glass dolls“ a.k.a. „Malastrana“)
Italia, 1971
Director: Aldo Lado
Guión: Aldo Lado
Intérpretes: Jean Sorel (Gregory), Mario Adorf (Jacques), Barbara Bach (Mira)
Música: Ennio Morricone
Género: Suspense
Argumento
El inerte cuerpo del reportero Gregory Moore es encontrado en un parque de Praga y llevado a la morgue. Sin embargo Gregory no está muerto, sino que sufre de un episodio de catalepsia que le impide moverse y que ha bloqueado sus constantes vitales. Los empleados del tanatorio lo mantienen en una cámara frigorífica a la espera de poder identificarlo para proceder a la autopsia y establecer las causas del “deceso”. Mientras tanto, el reportero es consciente de lo que sucede a su alrededor; y comienza a recapitular a modo de flashback los acontecimientos que le llevaron a su actual situación…
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Comentario
Ésta obra maestra visionaria se adelantó varias décadas en su temática y en su planteamiento a “Eyes wide shut” (1999), la última película de Stanley Kubrick. “La corta noche de las muñecas de cristal” (a.k.a. “Malastrana”) combina a la perfección los cánones estilísticos habituales del thriller a la italiana o giallo con un suspense hitchcockiano provisto de toques oníricos (lo que recuerda a “Vértigo”, 1958) y ocultistas. También son patentes las referencias al Polanski más macabro, el de “Rosemary´s Baby” (1968) o “El Inquilino” (1976).
Jean Sorel como el cataléptico Gregory
La leyenda del Golem de Praga (hecha literatura por la pluma de Gustav Meyrink) es asimismo una de las influencias esenciales para “La corta noche de las muñecas de cristal”. La acción se desarrolla también en la enigmática Praga, y Gregory (Jean Sorel) encarna al extremo opuesto del golem. La leyenda judía del golem (que inspiraría a Mary Shelley para escribir su “Frankenstein”) trata de cómo un rabino devuelve a la vida mediante la magia negra cabalística a un ser compuesto a base de cadáveres para que se convierta en su esclavo. El golem es un autómata, un muerto transformado en robot, un ser animado (y animalesco) aunque sin alma ni conciencia; y en cambio el cataléptico Gregory es un hombre reducido a la inmovilidad de un cadáver (¿también acaso debido a la magia negra?) que sin embargo sí es capaz de sentir y razonar.
La sensación de pesadilla kafkiana que embarga a Gregory durante su impotencia cataléptica es transmitida directamente al espectador (a través del diálogo interno del personaje y sus memorias), quien con angustia ansía reconstruir junto a él los hechos relacionados con la desaparición de su novia; hechos que sin duda deben tener algo que ver con la infortunada situación en la que él se encuentra (Su mente no descansa en ningún momento, y es siempre consciente de que debe recuperar la movilidad cuanto antes, pues si no morirá de verdad durante la “autopsia”).
Un grupo de carácter sectario y satanista comandado por exponentes de la “élite”, la política internacional y las altas finanzas, realiza una serie de rituales perversos para mantener la cohesión, saciar sus apetitos vampíricos y preservar su poder. Cuando Gregory, que ha estado investigando a algunos exponentes de ese grupo, descubre que el secuestro de su novia (y el de otras chicas) está relacionado con el siniestro círculo, atrae inevitablemente la atención de sus miembros, quienes intentarán evitar a toda costa que el intrépido reportero siga tirando del hilo…
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