Labbaika Bashar! – Dagoberto Bellucci

LABBAIKA BASHAR!

CON LA REPÚBLICA ÁRABE SIRIA CONTRA LOS ENEMIGOS DEL HOMBRE

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Por Dagoberto Bellucci (periodista italiano, musulmán chiíta, corresponsal en el Líbano para la publicación Rinascita, responsable de la Agencia de Prensa Islam Italia y militante histórico nacional-revolucionario)

Traducido del italiano para Tribulaciones Metapolíticas por Felix H. (Adversario)

Dagoberto Bellucci en el Líbano

Texto original: http://dagobertobellucci.wordpress.com/2011/08/01/labbaika-bashar-con-la-repubblica-araba-siriana-contro-i-nemici-delluomo/

El Ramadán, mes sagrado del Islam, y momento de meditación interior para los devotos musulmanes, acaba de comenzar en el mundo árabe. Una nueva ocasión para repasar la situación en Oriente Próximo, golpeado por vientos de guerra que soplan impetuosos en el horizonte y castigado con conflictos civiles, divisiones y divergencias seculares.

El mundo árabe, nunca como en este año solar 2011, ha estado afectado por pulsiones revolucionarias tan fuertes, de un improviso anhelo de cambio que desde el pasado enero ha atravesado y recorrido todos los principales estados que desde el Maghreb africano hasta las arenas del Hejjaz saudí, fueron vapuleados por esta especie de “48 árabe” que desde Argelia a Túnez, desde Egipto y Libia hasta Siria, a Jordania, Yemen y Bahrein no ha perdonado a ningún gobierno, monarquía o república, reclamando a grandes voces una transformación general.

La así llamada “primavera árabe”, nacida bajo el signo de la protesta popular contra el encarecimiento de los precios en la Argelia bajo control sistémico desde hace décadas (desde cuando, tras la victoria del FIS en el primer turno de las elecciones legislativas de 1991 los militares fieles a la estructura laica del estado tomaron el poder en un golpe asumiendo los plenos poderes e iniciando una cruel caza al hombre que habría constituido el leit-motiv nacional por al menos cinco años en los que miles de opositores políticos fueron encarcelados, hechos desaparecer, eliminados sin piedad y en los que aparecieron siglas terroristas de matriz alqaedista funcionales a las estrategias de desestabilización atlántico-sionistas… El país desde entonces ha quedado bajo la dictadura militar, el multipartidismo es una mera utopía y la camarilla en el poder es aquella golpista que ha permitido a los fantoches filo-occidentales mantenerse en el trono durante todos estos años), se ha propagado alcanzando proporciones jamás vistas en el entero mundo árabe.

Los países árabes se han caracterizado desde siempre por una animosa litigiosidad: Rivalidades históricas que han dividido los estados petrolíferos del Golfo del resto de la región de la Media Luna fertil; naciones lacayas de occidente como Jordania han sido frecuentemente incluídas por otros países de la Liga Árabe en la categoría de colaboracionistas; y los régimenes baathistas del Iraq saddamista y la Siria de los Assad se han siempre ignorado mutuamente, tomando direcciones diversas y poniéndose con frecuencia el uno contra el otro en los conflictos de la región.

Hoy, en el punto de mira de las centrales de desestabilización atlánticas y sionistas, objetivo prioritario de la farsesca “primavera árabe”, está la Siria baathista del Presidente Bashar al-Assad.

La República Árabe Siria es el corazón estratégico, el centro geopolítico y el principal baluarte militar anti-sionista y anti-imperialista del Oriente Próximo. Damasco es la capital del antagonismo revolucionario árabe contra las estrategias desestabilizadoras sionistas internas en el mundo árabe.

Éstas objetivas verdades que hacen de Siria el principal aliado regional de la República Islámica de Irán, su papel de nexo entre Teherán y las resistencias islámicas del Líbano y de la Palestina ocupada, la centralidad ideológica del panarabismo de inspiración baathista, original idea-fuerza revolucionaria llegada al poder en Bagdad y Damasco en los años sesenta; representan los principales motivos por los cuales las potencias del imperialismo internacional han movido sus “fichas” en el intento de abatir el cuarentenal gobierno Baath sirio y transformar el país en un nuevo Iraq perseguido por violencias inter-étnicas y confesionales; o bien, siguiendo el modelo de lo que han experimentado los iraquíes en los últimos años de ocupación yankee, convertir el país en una especie de matadero a cielo abierto maleable mañana a realizar acuerdos con el enemigo sionista, que privaría definitivamente a los combatientes de la Resistencia palestina y a la de Hezbollah en el Líbano del único estado árabe activamente trabajando contra el sionismo.

Las revueltas que han marcado la así llamada “primavera” árabe, obviamente no son todas ni del mismo “signo” ni del mismo “color”. Eso lo prueba la diversa toma de posiciones de la diplomacia estadounidense, las diferentes medidas tomadas por las cancillerías occidentales, el sostén financiero a ésta o aquella “revuelta”.

Teniendo en cuenta que éste tipo de revoluciones están dirigidas desde alguna potencia oculta (o “discreta” como diría Jacques Bordiot, estudioso francés del mundialismo) es interesante subrayar la diversidad en el tratamiento reservada desde la Casa Blanca obamita a las “revueltas” que han embestido el mundo árabe a lo largo de los últimos siete meses.

Los centros de estudios estratégicos de Washington y la administración USA han tomado diversas posturas, sosteniendo siempre que fuera posible al tirano de turno colocado por ellos (como en el caso de Bahrein, donde la oposición chiíta ha estado combatida tanto de la casa reinante como del potente vecino saudita, principal aliado de los americanos en el Golfo); y decantándose hipócritamente por apoyar a los revoltosos y al pueblo donde era imposible mantener el status quo (como en el caso de Egipto y su mimado “hombre de paja”, el ex presidente Hosni Mubarak), o dejando intervenir a sus cómplices como en el caso de la guerra desencadenada contra la Libia de Gaddafi por Francia, y su grandeur militar, a la caza de negocios y de contratos petrolíferos.

Bahrein, Egipto y Libia son tres de las tantas naciones imbuídas de fermentos revolucionarios que han visto a los EEUU asumir tres distintas posiciones: En el primero se ha avalado la represión, ya que el Bahrein, pequeña monarquía petrolífera del Golfo fundamental para los equilibrios en la región vital para la economía planetaria y la de las principales compañías petrolíferas occidentales, no podía “resbalarse” peligrosamente, abriéndose a formas de democracia directa, hacia el área de influencia iraní.

En el pequeño emirato se ha preferido por lo tanto dejar vía libre a las fuerzas lealistas monárquicas y a las de Arabia saudí, que han intervenido militarmente en “socorro” del sultan para desbaratar una revuelta chiíta y por lo tanto filo-iraní.

En Egipto, tras un momento de inicial pasividad, la administración Obama ha apostado por el fin del régimen de Mubarak tras 30 años, sin poder hacer otra cosa más que apoyar la revuelta de la plaza Tahrir, bendiciendo hipócritamente la victoria contra el tirano (tirano armado y financiado por los americanos desde siempre), pero activándose para mantener sólidamente en el poder también durante la “transición” hacia la “democracia” a la potente casta militar, auténtica aguja de la balanza de los destinos del más poblado estado árabe, fronterizo además con “Israel”.

No es casual que una de las primeras garantías dadas por el vértice militar del Cairo a los aliados occidentales, ha sido que los acuerdos con el vecino sionista no serían modificados, y que no sería discutida la paz separada firmada en 1977 en Camp David. Egipto continúa siendo por tanto prisionera de la camarilla de militares lacayos de EEUU.

Por su parte en Libia, los americanos “prudentemente” y oportunamente vistos los éxitos de las revueltas civiles en Egipto y Túnez , han decidido dar “luz verde” a la acción militar francesa: Han pasado casi seis meses desde el inicio de la “sublevación” contra el régimen del Coronel Gaddafi pero la guerra continúa a pesar de los ataques terroristas de la OTAN, llegada en ayuda de los rebeldes de Bengasi.

Siria es un caso a parte: En el poder en Damasco hay un partido revolucionario pan-arabista que siempre ha mantenido al país al margen de las estrategias del imperialismo internacional.

La dirección pluri-decenial de la familia Assad ha de hecho evitado que Siria participara en inútiles y peligrosas aventuras bélicas en la región: Sólo en 1978 el ejército sirio ha, bajo mandato de la Liga Árabe y expresa petición del gobierno de Beirut, cruzado las propias fronteras para tomar parte activa, como fuerza de interposición árabe, en el conflicto civil que ensangrentaba el país de los cedros.

También en 1990 durante la crisis de Kuwait la posición siria fue aislada: Se envió un exiguo contingente militar a los áridos terrenos desérticos de Arabia saudí pero, durante la operación militar “Tormenta del Desierto” los sirios no tomaron realmente parte en ninguna operación.

Eso le dió al viejo líder sirio, Hafez al-Assad, la oportunidad de pacificar el Líbano, imponiendo una pax siriana en un país destrozado tras quince años de sangriento conflicto civil, obligando a las facciones libanesas a firmar los acuerdos de Taif (A. saudí) que consistieron en la desmilitarización de las diversas milicias que desde 1975 se habían combatido en territorio libanés.

La era del actual presidente Bashar al-Assad, comenzada en junio de 2000 tras la desaparición del viejo “León de Damasco”, ha estado marcada por una firme y decidida política exterior que buscaba:

–          Preservar el status quo en el vecino Líbano; objetivo perseguido hasta cuando los enemigos de la soberanía nacional del país comenzaron sus trabajos de desestabilización (resolución de la ONU de septiembre del 2004, atentado mortal contra el primer ministro Rafiq Hariri en febrero del año sucesivo, estación de las bombas en aquella misma primavera hasta el retiro del contingente sirio en abril de aquel infausto año para el Líbano);

–          El apoyo a la causa palestina y a los movimientos de la Resistencia;

–          Los tentativos de reanudar el así llamado “proceso de paz” con “Israel” en base a las principales reivindicaciones históricas del mundo árabe (retiro israelí de las Alturas del Golán sirio ocupadas desde el 67, retorno a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días con el abandono por parte de “Israel” de toda la Cisjordania y el estatuto de “ciudad internacional” para Jerusalén – anexada oficialmente por el gobierno sionista en 1981 y declarada unilateralmente capital del “estado judío” – y el retorno de los refugiados palestinos expulsados durante los conflictos árabo-israelíes y forzados a mendigar la ciudadanía en los diversos estados árabes.

–          Y en la situación iraquí, un rol de mediador tras la ocupación militar americana para facilitar el autogobierno de las nuevas autoridades de Bagdad y acelerar el eventual retiro de las tropas estadounidenses.

Éste activismo ha convertido a Siria en un objetivo privilegiado de las estrategias sediciosas americanas y sionistas que han visto en la República Árabe guiada por el Baath un posible “anillo débil” en el eje Teherán-Damasco-Beirut-Gaza.

Así se explica la advertencia, con ocasión de la festividad del undécimo aniversario de la liberación del sur del Líbano (25 de mayo 2000-2011) por parte del secretario general de Hezbollah a los jóvenes sirios de no caer en la trampa extranjera y su exhortación a sostener al presidente Assad.

Sayyed Hassan Nasrallah ha recordado, como ya hiciera en marzo del 2005, que no fueron los sirios quienes bombardearon el Líbano sino Sharon (en su época de ministro de defensa), quien mandó sus aviones y tanques a desintegrar el corazón de la capital libanesa durante la intervención israelí en los primeros años ochenta.

Del mismo modo Nasrallah ha abiertamente hablado sobre el complot de Occidente para abatir al único gobierno árabe que defiende el derecho de la nación árabe a mantenerse en armas y a resistir de frente contra la arrogancia sionista y las maniobras sediciosas del imperialismo americano.

Éstas mismas palabras han resonado en la distancia de dos meses pronunciadas por el ministro de exteriores de Damasco, Dr. Waleed Moallim, para el cual estamos ante “una acción concertada desde el exterior para desestabilizar al país y precipitarlo en el caos”.

La rebelión antigubernamental que ha ido escalando en diversos puntos del país está coordinada desde los ambientes del fundamentalismo salafista, por viejos y conocidos exponentes de aquellos Hermanos Musulmanes ya silenciados militarmente una vez en 1982 por el ejército sirio que aplastó su revuelta en Hama, y por nuevos elementos del mercenariato alqaedista proveniente del vecino Iraq autor de acciones terroristas bajo las siglas de Jund al Shams, organización al parecer relacionada con los servicios de inteligencia saudíes y jordanos.

Siria está pues, en el centro de los “juegos de guerra” diridos por EEUU, naciones occidentales, Arabia saudí y otras naciones árabes serviles del imperialismo.

Por ello es muy oportuno el puño de hierro con el cual el régimen sirio está reaccionando para desmantelar ésta rebelión, pues en Siria no se combate sólo para salvar al gobierno baathista o el poder de la familia Assad; hay mucho más en juego: En peligro está la misma supervivencia de los ideales de la revolución panarabista, nacional y socialista, de la Nación Árabe y con ellos la esperanza de que en un futuro “Israel” sea borrado de las cartas geográficas del Próximo Oriente.

La victoria de las fuerzas lealistas, fieles al Presidente Bashar al-Assad, es por ello la garantía de rescate, y en perspectiva de victoria, de todo el frente anti-sionista árabe.

Las últimas noticias difundidas por las agencias de prensa de medio mundo sobre la “represión” desencadenada en Hama por las fuerzas armadas sirias – en vista de que tienen la palabra tan sólo los medios occidentales controlados por los judíos y que de momento no se sabe exáctamente cual sea la situación sobre el terreno, cuántas realmente las víctimas y qué está exactamente sucediendo – deben ser bienvenidas por todos los rebeldes contra el “mundo moderno”, el mundo uni-dimensional que les gustaría construir a los alquimistas de la finanza internacional sobre la piel y la sangre de los pueblos.

Bashar al-Assad desprecia la opinión pública mundial y ha justamente elogiado la acción de sus hombres hablando, en el 66 aniversario de las Fuerzas Armadas, de la “legítima y natural respuesta a quienes fomentan el odio y el desorden en el país”.

En el discurso dirigido a las Fuerzas Armadas, el Presidente ha exhortado al Ejército a proseguir en la obra de limpieza general que está conduciendo contra los insurgentes hablando de “complot” y “operaciones extranjeras” contra la soberanía nacional siria.

Siria, indiferente al ataque mediático y diplomático procedente de medio planeta, mantiene nervios de acero y lanza a su ejército contra los mercenarios, tontos útiles al servicio del imperialismo.

Mientras en Siria se sigue combatiendo, mientras Assad busca sofocar la rebelión, la diplomacia mundial “condena” e “incita” a los rebeldes a proseguir su acción desestabilizadora.

Unánime es de hecho la “condena” procedente de la Unión Europea y de los EEUU, el coro ladrador de las marionetas de Sión no pueden más que confirmar la análoga voluntad de abatir el régimen sirio que une tanto a los politiqueros del viejo continente como a sus colegas del otro lado del océano.

La Unión Europea, grupo destartalado funcional a la alta finanza internacional de la judería y las vacas más o menos locas, incapaces de tomar una posición común, irresponsablemente ausentes de los grandes conflictos y de las grandes tragedias (se ha visto en los Balcanes, donde sólo la intervención estadounidense logró producir una malsana pax americana), absolutamente carente de toda influencia en la política internacional, no hace más que seguir perrunamente a Washington desde la primera fila, reducida como está a la condición de apéndice del Imperio de barras y estrellas.

Los políticos europeos de Bruselas han hecho saber que la UE promulgará nuevas sanciones contra el régimen sirio tras los hechos de Hama.

“Se tratará – ha declarado Michael Mann, portavoz del Alto Representante europeo para la política exterior de seguridad común – de la cuarta serie de sanciones, que serán adoptadas muy pronto, por parte de los estados miembros.”

El activismo diplomático europeo, unido al estadounidense confirman lo que sostuvo hace poco más de quince días ministro de exteriores sirio: La mano de las potencias extranjeras y su implicación directa en los desórdenes que están incendiando el país.

Siria está en el centro de las estrategias de desestabilización sionistas y americanas: El frente anti-mundialista planetario está con Assad.

Nosotros no podemos más que repetir: O Bashar o muerte!

Labbaika Bashar!

DAGOBERTO HUSAYN BELLUCCI

Director Responsable de la  Agencia di Prensa “Islam Italia”

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A partir del minuto 1:30 canción «Menhebbek» («Te queremos»), hasta ahí una introducción: