Meyssan: ¿Cómo pueden los periodistas provocar guerras? / Washington impone la bipolaridad

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Thierry Meyssan

¿Cómo pueden los periodistas provocar guerras?

http://www.voltairenet.org/article200681.html

El bombardeo perpetrado contra Siria el 14 de abril de 2018 pasará a la historia, además de todo, como un ejemplo de las consecuencias del periodismo amarillo. Thierry Meyssan aborda nuevamente el uso del sensacionalismo en la propaganda de guerra.

| Damasco (Siria)

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En diciembre de 2016, los Cascos Blancos –presentados como una “organización humanitaria” o de “defensa civil”– firmaban este documento junto a los yihadistas que asediaban Damasco y que cortaron el suministro de agua a la población de la capital siria. Privar de agua a los civiles es un crimen de guerra. ¿Dónde estaban entonces la “comunidad internacional” y los grandes medios de prensa occidentales?

Estados Unidos, Francia y el Reino Unido bombardearon Siria en la noche del 13 al 14 de abril de 2018. Esta operación militar, una agresión en términos de Derecho Internacional, es presentada como una «respuesta» de «los aliados» al supuesto uso de armas químicas por parte de la República Árabe Siria.

El secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, declaró ante el Congreso que no dispone de pruebas que demuestren esa acusación pero que se basa en «artículos de prensa creíbles». En 2011, cuando el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, lanzó una orden internacional de arresto contra el líder libio Muammar el-Kadhafi, también lo hizo basándose en artículos de la prensa… cuya veracidad –hoy está demostrado– era nula. Pero justificó así la intervención de la OTAN contra Libia.

En 1898, el gobierno de Estados Unidos también se basó en los «artículos de prensa creíbles» de los periódicos del magnate de la prensa William Randolph Hearst [1] para iniciar la Guerra Hispano-Americana [2]. Posteriormente, los artículos de los diarios de Hearst resultaron ser totalmente inventados [3].

En cuanto a los «artículos de prensa creíbles» a los que se refiere el general Mattis, estos se basan en las declaraciones de la ONG británica White Helmets (Cascos Blancos). Presentados como una «asociación humanitaria», los «Cascos Blancos» en realidad son parte del conflicto ya que han participado oficialmente en varias operaciones de guerra, como la que cortó el abastecimiento de agua a los 5,6 millones de habitantes de Damasco, la capital siria, durante unos 40 días [4].

Varias horas antes del bombardeo occidental, Rusia y Siria habían publicado las revelaciones de dos testigos oculares, presentes en el hospital de Duma durante el supuesto ataque químico. Estos testigos revelan que todo fue un montaje y que el «ataque químico» nunca tuvo lugar [5].

Exactamente igual que en siglo XIX, hoy es perfectamente posible encontrar periodistas que se presten para manipular los Estados o un tribunal internacional y para empujarlos a derrocar gobiernos o a bombardear otros Estados.

Es por eso que una parte de la prensa reclama el título de «Cuarto Poder», aunque se trata de un poder que, al no provenir de ninguna elección, es ilegítimo.

Los medios de difusión que disponen de esa capacidad pertenecen a grandes magnates capitalistas que además están estrechamente vinculados a los políticos, quienes afirmarán después haber sido engañados por sus «artículos creíbles». Por ejemplo, el ya mencionado magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst mantenía estrechas relaciones con el presidente William McKinley, quien ambicionaba iniciar la guerra contra España para arrebatarle el control de Cuba y de Filipinas, lo cual hizo finalmente.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y Francia lograron que la Asamblea General de la ONU adoptara una serie de resoluciones que condenan la propaganda de guerra [6]. Los países miembros de la ONU incluyeron el contenido de esas resoluciones en el derecho nacional de sus Estados. Por consiguiente, los periodistas que se dedican a la propaganda de guerra deberían ser enviados a los tribunales… teóricamente. Pero en la práctica sólo los Estados pueden iniciar ese tipo de acciones judiciales.

En definitiva, la propaganda de guerra está prohibida… pero el derecho nacional aplica esa regla sólo a los periodistas de oposición incapaces de desatar conflictos y no a los Estados que los emprenden.

Washington impone la bipolaridad del mundo a sus aliados

http://www.voltairenet.org/article200696.html

Al disparar misiles contra Siria, en una operación coordinada con sus aliados de Francia y el Reino Unido, el presidente Donald Trump impone a las potencias occidentales el fin del dominio unilateral que ejercieron sobre el mundo. El resultado insignificante de esta demostración de fuerza obliga a la OTAN a mirar frente a frente la dura realidad. Sin haber disparado un tiro, Rusia toma el lugar que antes ocupó la Unión Soviética en el equilibrio del mundo.

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Durante las últimas semanas y por primera vez en la historia de ambos países, Estados Unidos y Rusia se amenazaron mutuamente con una nueva guerra mundial. El carácter totalmente desproporcionado de la crisis en relación con el tema de la disputa muestra que lo que hoy está en juego ya no tiene mucho que ver con lo que sucede en el Medio Oriente ampliado desde el año 2001 y que es exclusivamente un intento de mantener el actual Orden Mundial.

Después de la gigantesca masacre que ha costado millones de vidas en 17 años, desde Afganistán hasta Libia, las potencias occidentales se horrorizan con la muerte de unas 50 personas en la Ghouta Oriental, a las puertas de la capital siria. Y es ese el pretexto que Washington, París y Londres invocaron para desatar la agresión tripartita perpetrada contra Siria el 14 de abril.

No debemos dejarnos distraer par las circunstancias sino concentrarnos en el fondo del problema: las potencias occidentales tratan de mantener su dominación sobre el resto del mundo mientras que Rusia y China se emancipan de esa dominación.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no vaciló en espetarle a Rusia –en su cuenta de Twitter– que iba a lanzar sus misiles de nueva generación contra sus soldados en Siria. El embajador ruso en Beirut, Alexander Zasypkin, respondió inmediatamente que esos misiles serían derribados y que, además, los aviones y navíos que los lanzaran serían destruidos. El primer ministro de Turquía, Binali Yildirim, expresó su asombro ante estas bravatas callejeras y lanzó un llamado a la cordura. A partir de ese momento, todos los actores comenzaron a dar marcha atrás.

El grupo naval encabezado por el portaaviones USS Harry S. Truman zarpó de su base en Norfolk, aparentemente para posicionarse frente a Siria. Pero necesitará varias semanas para desplegarse en esa zona. Habrá que ver si la cuestión del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, o sea del inicio de la Tercera Guerra Mundial, vuelve a plantearse en ese momento.

Es evidente que la preparación de esa fuerza naval y de sus 6 500 efectivos comenzó mucho antes del asunto de la Ghouta, utilizado como pretexto para su despliegue.

La cuestión es entonces saber si, al desatar una lluvia de misiles sobre unos cuantos edificios abandonados, Washington y sus aliados han pospuesto el enfrentamiento para posicionarse mejor o si, por el contrario, han renunciado a la prueba de fuerza y se preparan para otra forma de conflicto.

El balance militar del bombardeo del 14 de abril es, cuando menos, sorprendente. Las tres potencias occidentales lanzaron 103 misiles, 71 fueron destruidos en vuelo por la defensa antiaérea de Siria, un laboratorio militar –que ya estaba desmantelado– fue arrasado y en 2 aeródromos algunas instalaciones se vieron afectadas. Todo ese diluvio de fuego dejó no más de 3 heridos y ningún muerto. Si Donald Trump, Emmanuel Macron y Theresa May querían hacer una demostración de fuerza, lo único que lograron fue poner en evidencia su impotencia.

Visto desde Damasco, el mensaje era claro: Siria está liberándose de los yihadistas, pero eso no le garantizará la paz y no podrá contar con ayuda occidental para su reconstrucción.

Las potencias occidentales afirmaron que Siria conservaba armas químicas a pesar de su adhesión a la Convención que las prohíbe. Afirmaron que sólo apuntarían a objetivos vinculados a esas armas. Pero, por ejemplo, lanzaron 4 misiles contra el aeropuerto comercial internacional de Damasco, un blanco exclusivamente civil. Felizmente, la defensa antiaérea siria logró interceptar esos 4 misiles.

En total, el Ejército Árabe Sirio –que sólo disponía de S-125, de S-200, de Buk, de Kvadrat y de Osa como medios antiaéreos– logró derribar, sin ayuda de nadie, dos tercios de los misiles occidentales. En definitiva, muy a su pesar, las potencias occidentales acaban de librar la primera batalla de su historia en la que no han matado a nadie. Francia, que por primera vez utilizó en situación de combate su nuevo misil crucero naval, no logró un éxito capaz de atraer a los posibles clientes.

Es cierto que las tres potencias occidentales que participaron en este bombardeo contra Siria se impusieron ciertos límites. Tuvieron mucho cuidado en no tocar objetivos rusos ni iraníes y tanto Rusia como Irán se mantuvieron al margen de la batalla. Pero no es menos cierto que las impresionantes fuerzas armadas de Occidente ya no cuentan con la capacidad necesaria para imponer su voluntad a las potencias medias cuando estas cuentan con la protección de Rusia.

Todos han entendido que, en lo adelante:
- Estados Unidos y Rusia –como antes lo hicieron Estados Unidos y la URSS– evitarán todo enfrentamiento directo en aras de prevenir la guerra nuclear;
- y que las potencias occidentales ya no “lesionarán” significativamente a las potencias medias aliadas de Rusia.
- La única forma de superioridad militar de Washington, Londres y París reside ahora en su capacidad de manipular grupos armados y de utilizarlos como “pantalla” en sus guerras a través de intermediarios.

Al arrastrar en su estela a Francia y al Reino Unido, el presidente Donald Trump los ha obligado a aceptar la realidad que hasta ahora rechazaban.

El gran show de la madrugada del 14 de abril de 2018 sólo fue una manera de salvar las apariencias. Luego de un cuarto de siglo de dominación occidental unilateral, las tres principales potencias militares que bombardearon Siria acaban de perder su posición predominante. El mundo ha regresado a una situación bipolar de guerra fría, cuyas reglas del juego están por definir. Así que la Tercera Guerra Mundial tendrá que esperar.

Fuente
Al-Watan (Siria)

 

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